
BEJA, Capital del Baixo Alentejo, ciudad agrícola y ganadera, universitaria y muy tranquila.
Se reconoce la silueta de Beja desde la carretera, con su preciosa y elegante torre del Castillo de más de 40m. Comencemos allí la visita. Desde la torre podemos tener la mejor vista de la ciudad y de la “Planicie Dorada”, inmensos campos de trigo que rodean Beja, aunque el paisaje del Alentejo se vea transformado en bonitos “campos de oliveiras”, olivos de regadío (de las aguas del gran pantano de Alqueva), que parecen jardines; y de viñedos, que transforman el color de sus hojas a través de las estaciones.

La ciudad se cree que fue fundada alrededor del 400a.C. por los Celtas (Conios, que la llamaron Conistorgis), donde se establecieron los Cartagineses.

Antigua “Pax Iulia” para los romanos, era la capital del Conventus Pacencis (Beja), que con el Conventus Scallabitanus (Santarém) y el Conventus Emeritenses (Mérida), constituía los tres territorios administrativos-judiciales de la Lusitania en la época de Julio César y Agusto.

Fue tomada por alanos, suevos y visigodos, a la caída del Imperio Romano, convirtiéndose en sede del Obispado en el S.V. Durante el reinado de los Visigodos, la ciudad fue llamada “Paca”, actualmente quedan muchos vestigios de aquella época.

Desde el S.VIII hasta el 1162, fue gobernada por los árabes, siendo su mayor parte posesión de los Avadíes del Reino de Taifa de Sevilla, quien le dieron el nombre de Beja (hay otra ciudad en Tunez con el mismo nombre. Aquí nació Al-Mutamid, último rey Abasí del reino taifa de Hispalis. Gran poeta de su época.

El primer intento de reconquista lo llevó a cabo don Alfonso Henriques, que se hizo con ella en 1159, si bien no pudo mantenerla en su poder más de cuatro meses. Tres años después, en diciembre de 1162, una orda de gente de Santarém al mando de Fernão Gonçalves la tomaron por asalto. Nuevamente volvió a manos de los árabes tras la ofensiva que llevó a cabo en 1191 el califa almohade Abu Yaqub a lo largo del río Tajo, perdiendo Portugal todas las plazas del Alentejo menos Évora.

Entre 1232 y 1234, Sancho II pudo recuperar nuevamente Beja, junto a Moura, Serpa y Aljustrel. Su sucesor, Alfonso III, acometió las obras necesarias para modernizar la fortaleza en 1253, recurriendo para ello a lo que en Castilla se llamaba moneda de guerra, o sea, los dos tercios de los diezmos de las iglesias de la población, recurso éste que permitía a los reyes obtener dinero para fines militares de las recaudaciones eclesiásticas. En este caso fue un período de diez años.

Las obras se prolongaron durante el reinado de don Dinís (el cual fue ordenado caballero a los 11 años por su abuelo Alfonso X «El Sabio» en Sevilla), que en 1307 ordenó una ampliación de la cerca urbana (que llegó a tener más de cuarenta torres defensivas) y que, en 1310, hizo edificar la monumental torre del homenaje que podemos admirar actualmente. Aún en tiempos del rey Fernando y de don Manuel I se continuaron realizando mejoras, con lo que las obras duraron hasta el siglo XVI.

Los sábados hay mercado tradicional, alrededor del Castillo. Saliendo del Castillo, nos encontramos la catedral de Beja, con las paredel del interior decoradas con magníficos azulejos del S.XVIII. Hacia la izquierda, seguimos por una de sus calles estrechas que nos lleva, hacia una iglesia que parece una fortaleza, la Igreja de Santa María da Freira, antigua iglesia visigoda, reconstruida en el S.XV, con una galería atrio típicamente alentejana.

Por fin, llegamos al Largo de Sao Joao, con el imponente Convento de la Conceiçao. Famoso por las Cartas de Cartas de Mariana de Alcoforado (Nacida en Beja, de una ilustre familia en 1640. Monja y escritora. Entró en el Convento de las Clarisas sin ninguna convicción religiosa, y durante las guerras entre España y Portugal, a los 26 años, conoció al capitán de caballería francés Noël de Boutton de Chantilly. Los franceses ayudaron a la causa portuguesa contra los españoles. Del amor clandestino, a la partida de el a Francia se cruzaron unas cartas, que se hicieron públicas en París en 1669. Era la historia de una “pasión profunda de una pobre monja extranjera, este año se han cumplido 350 de estas cartas). En dependencias de este convento de clarisas, actualmente se encuentra el Museo Arqueológico, con piezas de la edad del bronce, visigodas, romanas, árabes, etc.

Frente a este convento, nos encontramos una calle que nos lleva hacia la Plaza de la República, coronada por su “pelourinho” y la Igreja de la Misericordia.

Dejamos la Beja histórica y dirección a la preciosa Pousada de San Francisco (ideal para dormir en Beja), nos encontramos con las calles peatonales, con muchas bonitas y buenas tiendas y “cafetarias” para tomar un buen café (bica) con un dulce alentejano.

En Beja, encontramos sus “días grandes” durante Ovibeja, evolución de gran Mercado medieval de sus mejores productos, de ganadería, agricultura, artesanía (quesos, embutidos, vinos de la región, aceites, miel, pan y dulces).
Para comer recomiendo la Pousada de San Francisco y el Hotel-Adega (bodega) Herdade dos Grous.
En el entorno de Beja es precioso visitar y comer en Serpa y Moura.